
A decir verdad, Deportes Laja también fue un representante de esa fugaz moda, cuando diversas compañías privadas y estatales auspiciaron el fútbol en regiones, a veces con singular éxito (Huachipato y Cobreloa, por ejemplo) y también con escándalo (Lozapenco).
Laja fue un emprendimiento pelotero menor, patrocinado por la Empresa de Ferrocarriles del Estado (que tenía una maestranza en la vecina San Rosendo) y la Papelera (dueña de la Fábrica de Celulosa de Laja, Facela). El equipo jugaba en el estadio Ernesto Alvear, conocido como “Fortín Facela”, con capacidad para 3 mil personas. En total, la conurbación La Laja/San Rosendo no sumaba más de 25 mil habitantes: poco para sostener a un equipo profesional. Sin embargo, su situación geográfica en medio de la cuenca del Bío Bío la volvía “útil” justo cuando la vieja zona de La Frontera -de Linares a Temuco– acogía a casi una docena de clubes rentados.
El debut profesional de Laja fue espectacular: dirigidos por el mundialista Humberto “Chita” Cruz, en 1983 acabaron terceros e incluso disputaron un cuadrangular que determinó el ascenso de La Serena y Coquimbo. Esa sería la mejor participación histórica de los lajinos; al año siguiente bajaron a Tercera y subieron meses después tras un extraño torneo de apertura que otorgaba un cupo en Segunda. Y ahí se quedarían hasta 1987, cuando retornarían para siempre al amateurismo.
